El primer ordenador que cayó en mis manos, a primeros de los 80, fue un Sinclair ZX81. A pesar del entusiasmo de su propietario, no me pareció gran cosa. Poco después pude probar un Sinclair ZX Spectrum de 16K, y aquello era “otro cantar”. Aquel aparatito con teclas de caucho, que necesitaba de un cassette para cargar los programas, permitía programar y disfrutar en el televisor de tu casa de juegos simples, pero adictivos, y en color.
Habrían de pasar unos años para disfrutar de un ordenador en “multipropiedad”, que utilicé para trabajar en edición de vídeo (VHS), música y, por supuesto, juegos. Se cumplen ahora 25 años de la salida al mercado del primer estándar para imagen y sonido: el Commodore Amiga.
En estos 25 años han crecido el número de usuarios de ordenadores y lo que podemos hacer con ellos. Esto, junto con la mejora de las comunicaciones, ha cambiado drásticamente nuestro estilo de vida y, por supuesto, nuestra manera de comprar productos.
En un estudio realizado por American Express, cuatro de cada diez españoles reconoce la influencia de Internet a la hora de elegir un restaurante, un hotel o un producto de informática. También demuestra este estudio que más de la mitad buscan comentarios de terceras personas para completar la información acerca de un producto o empresa.
Por tanto, ¿porqué no saber lo que leen nuestros clientes?
Si no lo haces ya, es interesante que busques información acerca de los productos y marcas que vendes; posiblemente encuentres experiencias de usuario interesantes, pros y contras que sólo podrías conocer después de muchas horas de uso y también marcas y productos alternativos. Por supuesto, busca tu tienda. De estas búsquedas deberían salir argumentos más orientados al cliente que los que muchos fabricantes proporcionan y, además, un acercamiento al modo de relacionarse con tus productos de gran parte de tus clientes.
Habrá que tener en cuenta que en Internet abundan los rumores y los que hablan “de oídas” y parte de la información que circula es falsa, parcial o interesada. Por ello habrá que filtrar parte de información, y especialmente las opiniones, aunque no será difícil para un profesional “separar la paja del trigo”.
Entender al cliente es vital, y en las tiendas, a veces, no vamos mucho más allá de la influencia de nuestro escaparate. Si, como decía en otro post, las relaciones entre marcas, productos, tiendas y clientes serán naturales y de igual a igual, tenemos que compartir más espacios con nuestros clientes.
Y, ¿por qué no tener presencia en Internet (si no la tenemos ya)? ¿Cómo será esta presencia y en qué formato?
Es un buen tema para otro post.
Hola Celectino, me ha encantado este port por varias razones, una por el recorrido de los viejos ordenadores de museo, que también tengo en mi memoria y trastero..jejeje y la otra por que es muy acertado el hecho de que debemos saber que se está cociendo por ahí tanto de nosotros, como el de nuestra competencia, es una parte importante de nuestra estrategia de empresa. Pero lo que tengo claro es que las cosas ya no son como antes y ahora en este mundo inestable lo único estable son las personas, trabajar tu propia marca ya que todos confiamos y recomendamos a personas no empresas.
Un saludo
Carlos Sánchez Pérez
Hola Carlos.
La verdad es que la lista inicial de ordenadores era más amplia pero no quería que esa parte ocupase demasiado espacio en el post. Así que decidí aparcar al Commodore 64, a las distintas versiones del Spectrum, al MSX y, ya en el mundo PC, las primeras conexiones a Internet a precios astronómicos, el IRC, los primeros buscadores: Olé, Ozú, Altavista, etc..
A mi siempre me gusta hacer de abogado del diablo, así que voy a estar de acuerdo en tu frase de que «todos confiamos y recomendamos a personas, no a empresas» pero … también pasa al revés: muchas veces confiamos en personas que pueden «brillar» porque tienen detrás una gran empresa y unos buenos productos. La mejor combinación siempre es la un gran profesional y una gran empresa, pero a algunas personas cuando les falta la empresa que les hacía brillar es cuando se les ven las calvas.
No hay mucho blanco, ni mucho negro, y sí muchos tonos de gris.
Un saludo,
Celestino Martínez.