La foto que encabeza esta entrada es una anuncio real de 1885 en el que se vende un corsé “milagroso”, que promete, gracias a su energía magnética, mejorar la figura y la salud de mujeres de todas las edades.

Seguro que a todos os ha venido a la mente lapulserita de los hologramas que tanto está dando que hablar. No quiero entrar demasiado en la utilidad de la pulsera: el que se sienta mejor con ella en la muñeca, que no se la quite. Yo llevo en la cartera unos hologramas del mismo tipo, con la palabra VISA escrita encima y, más que quitarme dolores o proporcionarme equilibrio, me han desequilibrado y provocado más de una jaqueca.

Esto de los “productos milagro” no es nuevo, como vemos en el corsé magnético, y los que tenemos más añitos recordamos la pinza anti-dolor Lasvi, la pulsera anti-reuma Rayma con las dos bolitas doradas o, ya con otros usos, la lámina de plástico que pasaba tu televisor de blanco y negro a color, las gafas de rayos x, etc.

El peligro al que me refería en el título no es el del producto en sí, que más allá de la pérdida económica, no va a generar gran perjuicio al que compre la pulserita, si no el peligro que puede representar para la tienda.

La primera parte de este peligro es la tangible y la más fácil de imaginar: ya hay unestudio científico que demuestra que la pulserita no tiene ningún efecto sobre el equilibrio, y no creo que sea el primero ni el último. Este sólo sería el primero de los problemas porque está pendiente lareclamación por vulnerar la normativa de publicidad y promoción comercial de productos, actividades o servicios con finalidad sanitaria. Algunas de estas reclamaciones pueden comenzar en el punto de venta de estas pulseras, con las consiguientes molestias y situaciones desagradables.

La peor, sin embargo, es la parte intangible. Desde el principio hemos visto vender estas pulseras en cualquier comercio, incluso en farmacias. Primero habría que señalar que, en algunos casos, el producto en cuestión tenía tan poco que ver con el tipo de comercio que lo ofertaba, que, como poco, desentonaba bastante. Además, para todo aquel que se imaginase que aquello era una tomadura de pelo, podía cuestionarse la seriedad del negocio que lo ofertaba.

Pero si, finalmente, siguen apareciendo nuevos estudios que confirman el fraude y los compradores comienzan a reclamar la devolución del dinero, nos encontraremos con un gran problema de imagen que puede afectar a negocios serios y con trayectorias intachables.

Y todo…

 

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