Hace unos días leía en el excelente blog Revisión Interior un interesante post en el que se hacía referencia a un término en el que llevo pensando hace tiempo pero al que no había puesto nombre: los factores higiénicos.

En este post, originado, a su vez, por un comentario en el también excelente blog Retail Awanzo, definían los factores higiénicos como lo mínimo imprescindible que debe ofrecer hoy un comercio que quiera ser tomado en serio: buen escaparate, puertas abiertas, precios indicados, producto seleccionado, música, calefacción etc.

Pero dejaré para otro día el tema de los factores higiénicos, hoy hablaré estrictamente de la higiene en el comercio.

Desgraciadamente, todavía hay comercios en los que podemos encontrar polvo en los artículos, pelusas o papeles en el suelo, malos olores, pintura de las paredes sucia o cuarteada e, incluso, desconchones.

La lista continúa con suelos desgastados, muebles desvencijados, iluminación defectuosa, ordenadores o cajas registradoras sucios…

A veces son los vendedores los que muestran esta falta de higiene: poco aseo, falta de cuidado personal, uniformes desgastados…

Hay otras faltas de higiene menos evidentes, pero no menos importantes: temperatura inadecuada, sonidos molestos, iluminación inadecuada…

La higiene no es una opción, un comercio que no se respeta a sí mismo lo suficiente como para ofrecer unas condiciones higiénicas adecuadas, tampoco está respetando a sus clientes, y el comercio que no respeta a sus clientes tiene los días contados.

Asi que, como me gusta decir aplicándolo a muchos temas: “Si no hemos leído el capítulo 1, de nada sirve estar hablando del 15”.

Foto: Zsusanna Kilian (Stock Xchng)

 

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