En estos primeros días del año he podido estar “de tiendas” bastante tiempo. Aunque he comprado muy pocas cosas, he podido observar muchos detalles. Con este post, comienzo una serie en la que iré recopilando estos pequeños detalles, positivos y negativos, que recopilaré analizándolos brevemente, porque son mucho más importantes de lo que parece.

El pago con tarjeta
Cuando todo el proceso de compra ha terminado sigue siendo imprescindible no descuidar los detalles. Un ejemplo es la operación del pago con tarjeta de crédito. Hay que tomar la tarjeta con determinación pero sin excesiva familiaridad y, teniendo en cuenta que estamos custodiando un importante objeto del cliente, en ningún momento del proceso debemos abandonarla. Por último, como me encontré en una de las compras que hice, debemos ofrecer para la firma un bolígrafo en buenas condiciones y una superficie para facilitar la operación, mejor si estos dos elementos son de buena calidad y personalizados.

Buena memoria
Estuve comiendo en un restaurante en el que la camarera le recordó a un cliente, que se sentaba en la mesa al lado de la mía, que uno de los platos que pedía no le había gustado anteriormente. Un detallazo que dejó encantado (y pasmado) al comensal y a todos los que estábamos cerca y que demostraba una profesionalidad que pocas veces encontramos.

La importancia de la sonrisa
Una sonrisa es la mejor bienvenida que nos pueden dar en una tienda. Sin embargo, esta sonrisa tiene que ser de verdad. En caso contrario producirá un mal efecto, como el que yo recibí al entrar en una tienda de una multinacional en la que, posiblemente, este recibimiento será obligatorio. Antes de una sonrisa forzada o falsa, vale más un saludo correcto pero de verdad.

Respetar el calendario
Todavía se ven decoraciones navideñas sin retirar en estas fechas. Lo curioso es que, en estas mismas tiendas, se colocó muy tarde esta misma decoración.

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