No descubro nada si digo que ir de compras a un centro comercial se ha convertido para muchos consumidores, sobre todo para muchas familias, en una forma de ocio. En muchos casos, además, es una de las pocas formas de ocio que por falta de tiempo o dinero, se pueden permitir.

Los argumentos son bastante evidentes: buenas comunicaciones, aparcamiento gratuito, horario amplio e ininterrumpido, variada oferta de restauración, supermercado y tiendas con planteamientos comerciales para casi todos los miembros de la familia.

Todo esto en unas instalaciones que ofrecen resguardo frente a las inclemencias del tiempo y que facilitan la vida familiar: baño, guardería, cine, zona de juegos, sala de lactancia o espacios adaptados para moverse con cochecitos de niño.

En determinadas épocas del año, además, programan actividades de animación directas (animación y luces navideñas, exposiciones, actuaciones, sorteos…) e indirectas (estrenos de cine, promociones de restaurantes fast food, lanzamientos de productos de alta expectación…) Y, por último, tienen el cada vez más apreciado servicio de seguridad privada.

Así que,
¿cómo puede el pequeño comercio enfrentarse
a un competidor tan duro como es el centro comercial?

La manera de hacer frente desde el pequeño comercio pasa, en el plano individual, por ofrecer una propuesta comercial diferente. No existen muchas más opciones, a nivel general, que apostar por una potente especialización y un sistema de venta fuertemente orientado al cliente.

A nivel colectivo, la suma de comercios de una zona debiera constituir, también, un gran centro comercial, con una oferta compuesta, por una parte, por firmas comerciales de referencia y, por otra parte, por comercios locales especializados, que son los que marcarán la diferencia.

Sin embargo, esto no será suficiente, ya que hay aspectos difícilmente igualables, como el resguardo de las inclemencias del tiempo, aspecto de suma importancia en climas duros. En cuanto al ocio, en la mayoría de las ciudades los cines han desaparecido del casco urbano para “emigrar” a los centros comerciales. El aparcamiento no suele ser asequible ni abundante en los cascos urbanos y no siempre la restauración está diseñada pensando en la familia: por ejemplo, en pocos sitios hay menús infantiles.

Sin embargo, la ciudad puede ofrecer otros atractivos como propuestas turísticas, exposiciones, espectáculos, museos, talleres, ludotecas o animaciones.

Por tanto, la respuesta tiene, también, que ser doble: a nivel individual y colectivo. En el nivel colectivo debemos encontrar, o crear, asociaciones de comerciantes con inquietudes, ganas de pelear y altura de miras porque, además, tendrán que “reclutar” a las autoridades locales, que son las que pueden intervenir en aspectos como el aparcamiento, la seguridad, la iluminación navideña o la gestión de ayudas.

Y, llegados a este punto, te pregunto: ¿responde tu asociación a este perfil? ¿Responde tu negocio al perfil de comercio descrito?

Foto: The U.S. Army (flickr)

Guia 2024 para la actualización del comercio local

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